miércoles, 12 de abril de 2017


EL DOLOR OCULTO

Malen Cirerol

En Diafreo llamamos “dolor oculto” al dolor a partir del cual se inicia un encadenamiento de tensiones, contracciones y compensaciones. Este dolor desaparece, aparentemente. Sin embargo permanece activo; solamente ha sido silenciado por la postura compensatoria del cuerpo.
Ante la aparición de un dolor, el cuerpo tiene un primer sistema de supervivencia que es la contracción y la tensión. 
Con ello logra comprimir las terminaciones nerviosas, disminuyendo así el flujo de la información dolorosa, y previene también una posible hemorragia, mediante la presión que se ejerce sobre los vasos sanguíneos.
Si esta orden de contracción queda grabada con la suficiente intensidad o perdura a través del tiempo, acaba siendo crónica e inconsciente. A la asimetría que provoca, le sigue una escalada de tensiones, la una para compensar a la otra, que subiendo como una progresión geométrica, acaba creando un desequilibrio en el cuerpo.
El cuerpo va adaptándose porque soltar estas tensiones significa dejar aparecer la primera información dolorosa. El sistema de alarma funciona perfectamente y la orden que ejecutaría los movimientos que desharían esta estructura queda inhibida y sustituida por movimientos compensatorios.
Cuando esta cadena se satura aparece un síntoma en alguna parte del cuerpo, casi siempre lejos del viejo dolor inicial olvidado. 
Este encadenamiento compensatorio de tensiones sigue siempre, aunque con diferentes variantes, las cadenas musculares que fueron descritas en su día por Françoise Mézières.
Por ejemplo, a raíz de un traumatismo en la rodilla, para encontrar un apoyo que no sea doloroso, esta rodilla girará probablemente hacia adentro. La tensión de los músculos que mantiene esta rotación tirará a su vez de la cadera, provocando un desplazamiento de la pelvis o de la articulación, que, a su vez, será equilibrado por una rotación de la columna que, quizás, acabe desplazando unas vértebras cervicales. 
Con el tiempo, posiblemente aparezca un dolor en el cuello o en un brazo o quizás sea una víscera, un nervio o un vaso comprimidos que se queje. Todo ello como consecuencia de la lesión de rodilla que habrá sido, por entonces, ya olvidada.
Si tratamos el síntoma, si no se deshace toda esta cadena del dolor, lograremos solamente un trabajo localizado y sintomático. El dolor emergente reaparecerá o se compensará en otro punto de la cadena; será, al parecer, un dolor diferente pero tendrá el mismo origen. 
Podría servir de ejemplo el desequilibrio que creamos en una tienda de campaña si acortamos uno de sus vientos. El desequilibrio irá desplazándose, a medida que lo intentemos paliar. El remedio será volver a la causa primera: el acortamiento del viento. 
Françoise Mézières llamó “dolor oculto” a este dolor olvidado que reaparece al acercar de nuevo al cuerpo al eje; y, “reflejo antiálgico a priori”, a la capacidad de prevenir mediante movimientos compensatorios, un dolor antes de que se produzca.
Cuando se trabaja el cuerpo al nivel global, desde la óptica mezierista este dolor sorprendentemente olvidado reaparece muchas veces nítidamente, acompañado de mucha información, tanto de tipo descriptivo, como del impacto emocional que produjo en su día.

EL DOLOR OCULTO PUEDE SER UN DOLOR PSÍQUICO

Trabajando desde esta premisa en Diafreo, hemos podido constatar que este mismo encadenamiento de tensiones, siguiendo las mismas cadenas musculares, que fuera descrito por Mézières como la consecuencia de un dolor físico, se produce de forma idéntica cuando la información dolorosa inhibida es de tipo emocional. Su finalidad es retener y bloquear la información que proviene de los sentidos y del contacto íntimo con ciertos sentimientos y que produciría un conflicto interno o con el entorno. Aunque el dolor sea de origen psíquico y emocional, pone en marcha el sistema defensivo y, éste, siempre se estructura corporalmente.
Lo que ha construido el cuerpo, como sistema de supervivencia, difícilmente se deshace solamente desde la comprensión intelectual. 
Por lo tanto, hay que reabrir los circuitos estructurados en el cuerpo que mantienen al sistema defensivo activo. Y ello implica la liberación de la información y los sentimientos conflictivos que estaban retenidos en estas cadenas de contracción. Finalmente el cuerpo es el crisol donde los procesos psíquicos y energéticos se materializan. El instrumento con el que sentimos, pensamos y actuamos. 
Vista desde esta óptica, la fibromialgia es la punta del iceberg de un largo proceso de este tipo. Podríamos decir que es una tensión generalizada que encubre un dolor: el dolor que produciría ver la realidad. Y, cerrando el círculo, esta misma tensión, este mismo bloqueo, 
imposibilita la apertura de los mecanismos que permitirían la respuesta.
En mi experiencia con personas que he tratado con este diagnóstico, y muchas otras que no han sido diagnosticadas pero que presentan cuadros similares, he observado que, aunque presenten sintomatologías diversas, tienen en común un trasfondo traumático emocional importante. Una historia, la mayor parte de las veces, de inhibición y negación, que actúa a modo de dolor oculto. Una historia emocional confusa, que provoca un extremo estado de alerta del cuerpo (simpaticotonía y estrés) con gran inhibición de la respuesta. Tod@s desarrollamos en la vida una forma u otra de defensa.

EL SISTEMA DEFENSIVO

Teniendo tod@s los mismos músculos, tenemos formas corporales muy diversas. Porque, según en qué estadio del desarrollo sucedan las experiencias más traumáticas, según el estado de maduración del sistema nervioso en este momento y según el tipo de información que necesitamos bloquear, los sistemas defensivos y los bloqueos tomarán formas diferentes, contrayendo distintos bloques musculares. 
Sin embargo, en tod@s, como mamíferos que somos, en el momento en que nuestro ser se pone en alerta, hay una preparación del organismo para la respuesta: ataque o huida.
Para ello el sistema simpático y todas las hormonas del estrés entran en juego. Son estimulados: el córtex cerebral (pensamos mucho y rápido), la musculatura (por si hemos de luchar o correr) y el corazón (para mantener el esfuerzo); y ralentizadas y parcialmente inhibidas las funciones viscerales que dependen del parasimpático y que, en conjunto, recargan nuestro organismo después del esfuerzo.
Visto así, toda la sintomatología de la fibromialgia es la de un estado de estrés, de una simpaticotonía sostenida que provoca la inhibición mantenida del sistema parasimpático. Un estado de alerta perpetuo, que acaba agotando sus reservas, porque no hay respiro para la recarga. De ahí que desemboque en fatiga crónica. Pero... ¿Cuál es el dolor que este mecanismo oculta? ¿Por qué este estado continuo de alarma, no encuentra nunca su descarga, cual coche en marcha con el freno puesto?
Este mecanismo de tensión, mantenido por la contracción crónica de las cadenas musculares, que va subiendo como una espiral, tiene una doble función:
Una es bloquear la información que viene de los sentidos y que, al ser descodificada al nivel del cerebro, enfrentaría a la persona a una realidad que, psíquicamente, en este momento no puede asumir.
La segunda función es, como consecuencia de la primera, la inhibición de la respuesta.
La segunda es posible sin la primera, pero no al revés porque sin información no hay respuesta consciente posible. Sólo un estado de alarma del cuerpo. Si alguien tiene hacia nosotros una actitud agresiva o manipuladora, darnos cuenta de ello implica ver la realidad y reaccionar.
Si hay una memoria grabada en la infancia que nos dice que saber o actuar sería destructivo para nosotr@s, esta información será tratada como peligrosa para la supervivencia y se bloqueará.
Bloquear no significa desaparecer. Como el dolor oculto de Mézières, esta información queda aislada en alguna parte de nuestro sistema nervioso. Para ello el cuerpo organiza sus tensiones.
Resultado final: nos encontramos mal, todo el cuerpo está en tensión y, como la información no ha circulado, no sabemos por qué.
En Diafreo, utilizamos el estiramiento de las cadenas musculares para liberar el estado extremo de tensión y aliviar el dolor. Sin embargo, al trabajar para liberar estas tensiones aparecen muchas veces grandes resistencias a soltarlas: con angustias, miedos y conductas de evitación. Porque mucho más temida que la tensión y el dolor, es la información.
Por ejemplo, en las situaciones de acoso moral o chantaje emocional, la niebla que impide ver, el miedo, la culpa y la imposibilidad de una respuesta adecuada, provocan una simpaticotonía sostenida con toda su sintomatología.
Soltar el sistema de defensa, dejar circular la información, implica salir de la niebla. Salir de la niebla implica tomar decisiones y reaccionar. Enfrentarse al miedo, al pánico. Esto es mucho más temible que el dolor físico si la persona tiene bloqueadas estas capacidades.
Aunque basamos nuestro trabajo en restablecer el equilibrio corporal mediante el estiramiento de las cadenas musculares que mantienen el estado de tensión, el trabajo corporal que yo propongo no es solamente un trabajo para desmantelar la coraza o el sistema defensivo; sino que, mediante el acceso a las tensiones más profundas, pretende recuperar las estructuras internas, el acceso a la conciencia corporal, al espacio interno. Pues es esta capacidad de estructura interna la que permite afrontar las circunstancias externas como tales. Es, así, la base más importante para recuperar la sensación de integridad, de vitalidad y de fuerza y poder enfrentar circunstancias difíciles, como las que pueden aparecer en el momento en que decidimos soltar la tensión, darnos cuenta de la realidad y actuar en consonancia con ella.
Desde la experiencia de vivir el cuerpo sin (o con menos) tensión, podemos escuchar su lenguaje y observar en qué situaciones y en relación a qué sentimientos entra de nuevo en alarma.

Malen Cirerol
Diafro-Terapeuta. Fisioterapeuta


EL SUBSUELO DE LA MAMA

El subsuelo de la mama: lo que se suele olvidar
Malen Cirerol, Terapeuta en Diafreo

La mama reposa casi enteramente sobre un gran músculo, el Gran Pectoral, algo que, sorprendentemente, rara vez se tiene en cuenta al hablar de ella.
Sin embargo, prácticamente toda la inervación, la circulación y el drenaje linfático que reciben las mamas, atraviesan o están en relación directa con este músculo. Mirado desde una óptica dinámica, éste es un dato muy importante. Según sea el estado del Pectoral- de contracción y tensión, o bien de flexibilidad y relajación-, estos sistemas estarán más o menos comprimidos y su función condicionada.
El Pectoral está tenso, hipertrofiado o excesivamente fibroso, en un porcentaje altísimo de personas. Y tanto la atrofia como la hipertrofia acortan sus fibras. El músculo se encoje pero no los sistemas del entorno lo que provoca presiones y acodamientos en ellos.
¿Por qué se contrae el Pectoral?
Las contracciones crónicas son las que, a la larga, afectan a los órganos de la zona, pueden ser de origen muy diverso. El músculo pectoral, por sus inserciones comunes con el gran dorsal, se contrae y encoge paulatinamente a lo largo de la vida, junto con la cadena posterior de la espalda. Sin embargo, este proceso puede intensificarse por motivos diversos. Pueden ser razones accidentales, profesionales o modos de vida, como amas de casa que deben levantar muchos pesos, mujeres que trabajan en el campo. O pueden ser hipertrofiados sistemáticamente mediante ejercicios de gimnasia que son cada vez más practicados y publicitados como garantía de salud
Las tensiones de nuestro cuerpo tienen también otro lenguaje
Las contracciones musculares nos hablan también de nuestras tensiones psíquicas, de nuestros bloqueos emocionales, del estrés en que vivimos. Por ejemplo, apretar los Pectorales acercando los hombros, es una postura que puede tener que ver con el miedo y la infravaloración.
Por otra parte, una actitud corporal fijada a lo largo de la vida con gran tensión y acortamiento de los Pectorales puede hablarnos también de alerta continua, de contención, de voluntarismo.
Los músculos también se contraen para materializar el rechazo que podamos tener con una parte de nuestro cuerpo. De esta forma presionan terminaciones nerviosas atenuando la información y la sensibilidad, ayudándonos a establecer una cierta distancia con ella. Disminuye así su presencia en nuestro esquema corporal, hecho que se traduce también en un aislamiento energético.
Con la cantidad de significados que tienen las mamas para una mujer, no es de extrañar que muchas tengan una relación hostil o de rechazo con ellas.
Estas actitudes pueden ser fruto de experiencias traumáticas, de una transmisión negativa de la feminidad, de desinformaciones y miedos. De complejos y descontentos provocados por el uso y abuso de la imagen erótica de la mujer en los medios, estableciendo un canon de belleza al que se supone deberíamos aspirar.
El rechazo se puede establecer también cuando las mamas han sido fuente de sufrimiento sexual, emocional y puede acrecentarse más aún si enferman. Tener una buena irrigación, un buen drenaje, facilitando la eliminación de toxinas mediante un pectoral flexible es, sin duda, un elemento preventivo importante y recuperar un buen equilibrio de la zona debería ser tenido en cuenta tanto como coadyuvante de cualquier tratamiento, una vez establecida la patología, como para la recuperación de la máxima normalidad posible después de una intervención.
Eliminar la presión sobre estos vasos sanguíneos, sobre el sistema linfático, se logra mediante el estiramiento y la flexibilización del músculo pectoral y de los músculos adyacentes que forman cadena con él (Una pequeña parte de la mama reposa también sobre el Oblicuo mayor)
Para estirar un músculo, en este caso el Pectoral, hay que ponerlo en posturas en las que sus fibras estén en su máxima longitud, evitando que este estiramiento sea compensado en otras partes del cuerpo (brazos, tórax e incluso pelvis y piernas).
Estirar un músculo no es lo mismo que potenciarlo
Mediante el estiramiento vamos logrando que el tejido conjuntivo (blanco) suelte su exceso de tensión y permita que la fibra muscular, la miofibrilla (roja) se active al resistirse al estiramiento; estimulando así el conjunto del músculo, en longitud, potencia y flexibilidad.
La mayor parte de ejercicios gimnásticos que se preconizan para, según se dice, mejorar el aspecto físico del pecho, potencian, al contrario, la contracción e hipertrofia del músculo, lo que crea una barrera que será franqueada más difícilmente por los nervios y vasos que aportan a la mama nutrientes y oxígeno y drenan las toxinas.
Sin embargo, no solamente será importante soltar la tensión del músculo pectoral. El estiramiento despierta la conciencia de la zona y este proceso debería ir acompañado de una recuperación de la mama como parte nuestra. Permitir la sensación, permitir el flujo energético, significa también su integración en el esquema corporal y la aceptación de su significado.
Esta secuencia conlleva a veces un proceso emocional. Aparecen a menudo las causas que motivaron el bloqueo de la sensibilidad para ser comprendidas y elaboradas. Además de liberar los sistemas que alimentan la mama, de liberar los bloqueos emocionales que provocaban la tensión, es importante también buscar la forma de actuar sobre las imágenes inconscientes que tenemos de nuestro cuerpo, con las que sin darnos cuenta, mantenemos un diálogo constante con nuestro interior retroalimentando tensiones y bloqueos.
Visualización y contacto
Una buena manera de conseguirlo es mediante la visualización y el contacto. Se pueden utilizar diversos medios. Por ejemplo:
Visualizar la imagen de la salud (mirar imágenes de una mama sana) y transmitirla mediante el contacto con nuestra mano. Y/o visualizar en cada espiración la apertura de canales internos para dejar paso a la energía; dejándola entrar suavemente como para llenar un globo.
Otra forma: estando relajada al máximo buscar en nuestro interior la imagen con la que identificamos nuestra patología para, así, construir una visualización de transformación. Por ejemplo, identifico mi tumor con un pedazo de hielo. Mi visualización podría consistir en imaginar un gran chorro de aire caliente que lo va disolviendo.
En las visualizaciones siempre hay que potenciar la energía propia para que la inteligencia corporal pueda resolver. Es muy importante no entrar en conflicto con nosotras mismas, con nuestro cuerpo.
Aunque es muchas veces difícil descifrar el lenguaje con que nuestro cuerpo nos habla, potenciando el amor y el cuidado podremos tener acceso a la misteriosa llave de la transformación.



EL ESTRÉS MATA


EL ESTRÉS MATA
Tres métodos simples para inhibirlo
Malen Cirerol

Los zoólogos parecen tenerlo claro. En el mundo animal, en los mamíferos superiores, cuando un animal pierde su lugar en el sistema jerárquico de la manada, cuando es rechazado, entra en situación de estrés, enferma y muere. No tener un lugar, no poder desarrollar una identidad definida le hace entrar en un estrés interno que le enferma. Sin embargo, este proceso que para los zoólogos aparece tan claro, cuando se trata de humanos suele comprenderse solamente en el plano teórico. Solemos olvidar que somos animales mamíferos

El estrés enferma, el estrés mata

Mata a fuego lento. Las hormonas y neurotransmisores que se segregan en una situación de estrés, tensan los músculos, dificultando todo tipo de circulación, estimulan el cortex cerebral y el corazón, actúan sobre la función hormonal y condicionan la recarga de nutrientes. Cuando se vuelve crónico, queda poco espacio para la recarga y el sistema de defensa, con el tiempo, se agota. Es un estado que no puede ser mantenido indefinidamente. Sin embargo l@s human@s, mantenemos ¡tantas y tantas veces! situaciones de estrés durante ¡tanto, y tanto tiempo!... y nos sorprendemos cuando nuestro organismo empieza claramente a dar señales de alarma.
Entonces nos fijamos en el síntoma y estudiamos nuestro cuerpo a trocitos; para así ir mitigando cada uno de sus efectos. Sin embargo la solución está en abrir los circuitos cerrados, buscar las causas y encontrar la forma de resolverlas o evitarlas.
Pero el proceso puede, a veces, ser difícil y lleva tiempo; sobretodo cuando este estrés es emocional y las causas que lo provocan son difíciles de detectar por una misma; o bien si proviene de mecanismos y condicionamientos aprendidos muy atrás, en la infancia y que, al no ser resueltos, continúan actuando. Mientras tanto, mientras buscamos sus orígenes, es posible disminuir sus efectos destructivos utilizando simples métodos para cortar la subida del estrés.
Y, aunque nada sustituye la resolución de los problemas, parar la espiral de estrés permite tener la cabeza más lúcida y los sentidos menos embotados, permitiéndonos, así, ver y sentir con más claridad. Y cuando la subida del estrés provoca síntomas tan obnubilantes como la opresión, las crisis de pánico, las taquicardias etc… puede, en estos momentos, resultar muy importante tener una herramienta de ayuda que sea eficaz y no dependa más que de una misma.
Tres son los métodos de autoayuda que voy a proponer aquí. Pueden utilizarse juntos o por separado, dependiendo de las circunstancias y la facilidad de cada una.

1. La salivación

De las dos funciones, en balanza, del sistema neurovegetativo, es la simpaticotonía la que predomina durante el estrés. Es la función que prepara nuestro organismo para la defensa o la huída. La salivación es una función del parasimpático, la otra polaridad de la balanza. Por lo tanto si logramos activar esta función el resultado no es solamente local sino que induce a la balanza neurovegetativa a inclinarse hacia este segundo polo. Éste es el polo de la digestión, de la asimilación de nutrientes, del funcionamiento hormonal. De relajamiento mental.
La salivación, además, también ayuda a bajar el nivel de acidez del cuerpo que el estrés produce. Nuestras glándulas salivares están situadas en el fondo de las mejillas aproximadamente debajo de los oídos unas, y debajo del mentón las otras.

Pasos a seguir para activarlas:
1º. Visualizar, sentir o imaginar la presencia de estas glándulas.
2º. Intentar relajar esas zonas como si quisieras dejar espacio para que puedan funcionar sin presión y segregar saliva. Las puedes visualizar como si fueran esponjas que van dilatándose y ablandándose. Como si abrieras el paso de una fuente. Relajar la lengua, dejándola ocupar mucho espacio en la boca, te ayudará.
3º. Intentar sentir o imaginar saliva fluida en la boca: Sentirla tapizando el interior de las mejillas. Envolviendo las encías. Envolviendo la lengua.
Si has logrado llenar tu boca de saliva fluida, en este momento habrás conseguido invertir la función del sistema neurovegetativo.
El estrés provoca otro tipo de saliva, seca y pegajosa. Por eso, la salivación no debe forzarse. Se consigue mediante el soltar, la apertura, el dejar fluir; lo que requiere una actitud diferente que el obligar, el hacer. Si el intento se convierte en un apremio, provocaremos más bien una saliva simpática. Nuestra boca debería estar húmeda la mayor parte del día. Aunque no sea la panacea, ayuda a mantenernos en un estado de calma y de claridad y a conservar nuestro organismo en mejor estado de funcionamiento. Y podemos así, guardar los sistemas de alarma para cuando sean realmente necesarios. Para muchas, esto implica cambiar una dinámica; porque, sin darse cuenta, muchas personas utilizan el estrés para estimular su cortex cerebral (es una de las funciones del estrés) y poder pensar, así, con más rapidez.
Cuando la hayas practicado durante un corto período, verás como la salivación se estimula cada vez de forma más rápida. Finalmente bastará que pienses en ella. Será entonces cuando resultará fácil utilizar este sistema en los momentos difíciles.

2. Canalización energética al Hara

El Hara es un centro energético situado en el centro de la pelvis, más o menos tres dedos debajo del ombligo. En muchos métodos de meditación es considerado como centro de estabilidad, serenidad y calma. Desde un punto de vista energético y según las teorías reichianas es el centro, donde a los tres años aproximadamente, debería anclarse la energía, siguiendo el ritmo de la maduración del sistema nervioso. Esto suele ser así, si, hasta entonces, el desarrollo armonioso no ha sido demasiado perturbado por carencias o traumas. Desde un punto de vista físico, también es un lugar de equilibrio puesto que aquí se sitúa el centro de gravedad de nuestro cuerpo. Y, al nivel fisiológico, encontramos en el punto del Hara el centro de la vida: el útero en las mujeres y la próstata en los hombres.
Sin embargo, la tendencia al reflujo de la energía hacia la cabeza, ausentándonos, de alguna forma, de nuestra pelvis, es un mecanismo de defensa muy común. Es una experiencia que casi todas hemos vivido, con más o menos frecuencia, más o menos conciencia, en situaciones de estrés, de esfuerzo, o de intensa emoción contenida. Una forma de desconectar de la intensidad de los mensajes que los sentidos nos mandan. Para muchas, es conocida esta sensación de presión o calor en la cabeza o en el cuello, e incluso la pérdida de la conciencia de la presencia del resto del cuerpo. Y, esta tendencia que es visible en una lectura corporal, para algunas se ha convertido en algo estructural, en un hábito defensivo tan habitual que ya no se reconoce. Por esto, al disminuir la presión puede producirse, a veces una sensación de mareo debida a la descompresión. Una forma de bajar esta tensión, de redistribuir esta presión, que se intensifica en las situaciones de estrés, será aprender un sistema que nos ayude a buscar, de nuevo, la bajada del movimiento energético hacia la pelvis. Lo que llamo la respiración en el Hara es uno de ellos. Aunque se puede utilizar estando en cualquier posición, en cualquier situación, para el aprendizaje, será mejor buscar una posición en la que puedas estar relajada: sentada o acostada.
1º paso: llevar la conciencia a la percepción de la presencia de la pelvis (nalgas, vientre, caderas, genitales, ano, órganos). Será más fácil percibirla en el momento de la espiración, porque es el momento de mayor sensibilidad.
2º paso: visualizar, imaginar, en el interior de la pelvis, y de izquierda a derecha, de una cadera a la otra, algo parecido a un muelle o un acordeón.
3º paso: respirar imaginando, al revés de lo que espontáneamente surgiría, que este muelle o acordeón se abre y se expande hacia los lados en la espiración (salida del aire), y se recoge de nuevo hacia el centro en la inspiración (entrada del aire). Cuanto más prolongados y menos forzados, sean los movimientos inspiratorio y espiratorio, más eficaz será.
Este movimiento reproduce el movimiento de expansión -contracción de la energía. No es tanto un movimiento muscular, sino más bien un movimiento energético, poco visible desde afuera. Si el estrés es tan intenso, que no permite ninguna concentración, sirve también simplemente imaginarlo, y, aún, inducirlo, si ya se ha practicado, reproduciéndolo con las manos sobre el vientre.

3. Apertura del punto vago

Este punto, que he llamado el Punto Vago, está situado en lo que se llama la fosa supra- esternal y que es el hueco que podemos tocar cuando empieza el hueso del esternón, en la parte superior del tórax, donde comienza el cuello. Este punto que por su situación está en relación con músculos, vasos y nervios muy importantes, tiene la particularidad que al abrirse y soltarse tiene repercusiones en casi todo el organismo.
El que esta zona esté más o menos hundida, con más o menos tensión interna, interesa a casi todas las funciones del cuerpo. Uno de los efectos logrados, al soltar el exceso de tensión en esta zona, es la relajación de un músculo profundo llamado Constrictor Faríngeo y la liberación de la presión sobre los troncos de dos nervios muy importantes a la hora de disminuir los efectos del estrés: el larguísimo nervio neurovegetativo, el Vago, que inerva las vísceras y el Nervio Frénico que inerva el diafragma.
Lograr soltar la tensión en esta zona puede producir unos efectos muy importantes como, entre otros, liberar la respiración y a la vez cambiar la polaridad del neurovegetativo sobre las vísceras. Oponiendo la función vagotónica (de recarga y relajación) a la simpaticotónica (de defensa y acción). Y, hay una forma relativamente simple de conseguirlo.
1º paso: buscar el hueco supra-esternal. Colocar en él la yema de un dedo.
2º paso: en la espiración, empujar suavemente la yema del dedo con los músculos del interior de la fosa supraesternal. Este pequeño movimiento debe ser muy local y hacerse con la menor fuerza posible; más bien con la concentración y la conciencia. Debemos sentir que se activa un pequeño músculo que está bajo el dedo. Sin que participen en este movimiento los músculos de la cara, de la nuca o de los hombros. Se trata de una apertura, no de un esfuerzo. Aunque, en caso de estrés acentuado se hace, de inicio, de la forma que sea posible.
3º paso: Aunque este pequeño movimiento puede lograrse en cualquier situación, si lo ejercitas en una posición relajada, sentada o acostada, concentrándote un poco en sentir su efecto en la espalda, la respiración y las vísceras, su alcance será aún mayor. De esta forma podrás comprobar con facilidad como su acción llega hasta el Periné (musculatura de la suelo de la pelvis)
El concepto básico en estos métodos es abrir, dejar fluir y permitir que el proceso se haga. No tanto esforzarse y hacer sino estar concentradas en la atención y la intención.
En Diafreo utilizamos estos métodos como complementos del trabajo de estiramiento de las cadenas musculares, de localización de bloqueos y tensiones y de liberación de sus significados y expresión. Sin embargo estos procedimientos, que en principio expongo aquí como una medida de urgencia, practicados con constancia, pueden llevar también a un cambio dinámico que se podrá apreciar en la musculatura, en el funcionamiento visceral, en la circulación energética y en la liberación de los sentidos. Y con todo ello tener una percepción menos condicionada de nosotras mismas y de la realidad que nos envuelve.
Estas prácticas pueden resultar útiles también como complemento a cualquier tipo de terapia, bien sea verbal o corporal y en las técnicas de meditación, pues facilitan el acceso a un estado de conciencia más perceptivo.

Malen Cirerol
Terapeuta de diafreoterapia




APRENDE DE LA LIEBRE

¿ESTÁS CANSADA?
APRENDE DE LA LIEBRE
 

Malen Cirerol

Dirías que tu cansancio es producido más bien por acumulación de tensión o por simple desgaste físico? No te has parado nunca a observar esta gran diferencia? Sin embargo es importante saberlo, puesto que el proceso de recuperación es diferente en cada caso.

El cansancio simpaticotónico. Cuando después de un duro día (o quizás varios, según el estado de las reservas) cargado de tensión y estrés, surge la sensación de agotamiento, parece que no deseamos otra cosa que tumbarnos en el sofá.

No obstante, aunque nos vayamos a la cama, nuestro sueño será muy posiblemente inquieto o pesado. Quizás nos despertemos a media noche con sensación de tensión en las piernas o en los brazos o tal vez aparezcan pesadillas o insomnio. Y, a la mañana siguiente, nos despertaremos sin la sensación de habernos recuperado.

Cómo puede ser? ¡Si estábamos tan cansadas!

Somos mamífer@s y como tales, funciona nuestro sistema de defensa. Es decir: en una situación de agresión o peligro bien sea físico o psíquico, todo nuestro ser responde al estrés preparándose para la huida o la acción. En esta situación segregamos una serie de hormonas y neuro-transmisores para poner en alerta a todo el organismo y preparar la respuesta eficaz.

En este engranaje perfecto, queda estimulado el córtex cerebral: pensamos a una velocidad pasmosa muchas soluciones diferentes. Nuestros músculos se ponen en tensión: llenos de adrenalina, preparados para la acción necesaria.

Y esta adrenalina estimula también el corazón: para sostener el esfuerzo. Además, muchas funciones viscerales son inhibidas (movimientos intestinales, asimilación y excreción, secreciones hormonales), en espera de la vuelta a la normalidad, porque en este momento necesitamos movilizar todas las reservas del organismo para la supervivencia. 

Pasado el peligro, solucionada la situación, el balance cambia para volver a la normalidad y aparece la relajación, el sueño, la necesidad de descanso y recarga. Este balance entre la acción y el descanso, entre la defensa y la recuperación, es regido en gran parte por el sistema nervioso neurovegetativo, siendo la acción del sistema simpático, la preparación del cuerpo para la acción y la defensa y la del parasimpático o vago la recarga energética, el funcionamiento visceral, la asimilación y eliminación.
POR EJEMPLO LAS LIEBRES

Lo que durante tiempo fue observado como un curioso comportamiento de estos animales, resultó ser un perfecto ejemplo de gestión del estrés.
Cuando una liebre ve acercarse un enemigo, su primer mecanismo para defenderse es quedarse
inmóvil, confundiéndose con el paisaje para no ser vista. No obstante, en esta aparente inmovilidad, su sistema defensivo está en total actividad organizando todo el sistema de defensa por si un esfuerzo supremo de supervivencia fuera necesario: atacar o salir huyendo. 

Si la primera estrategia funciona y el enemigo pasa de largo, la liebre no vuelve tranquilamente a su madriguera. Es lo que podría parecer lógico. Sin embargo, lo que hace, es echar a correr en círculos hasta que todas estas hormonas que habían puesto su cuerpo en alerta, hayan sido utilizadas. Y, una vez invertida la balanza hormonal y neurovegetativa, puede volver tranquilamente a su madriguera para recargar sus energías. No suele ocurrir así en l@s human@s. Aparentemente desconectad@s de nuestros instintos mamíferos, en las situaciones de estrés, bien sea físico o emocional, aguantamos mecha hasta unos límites insospechados, incluso llegamos a vivir este estado como normal. Y así retroalimentamos perennemente el sistema con todas las pequeñas y grandes disfunciones que acaban produciéndose en nuestro organismo, a nivel de todos los sistemas: muscular, hormonal, nervioso y circulatorio. Y es que nuestro aprendizaje social está en gran parte basado en la inhibición de las respuestas al estrés.
 

Cuando, en nuestra vida relacional o laboral se producen situaciones estresantes, rara vez tenemos la posibilidad de desactivar mediante una respuesta eficaz, la respuesta global de nuestro organismo. A pesar de la apariencia externa, incluso de la sensación subjetiva de haber superado la situación, todo este sistema de tensión queda activado en nuestro interior. En vez de ser utilizadas y transformadas, estas hormonas continúan persistentes impidiendo o enlenteciendo la fase de regeneración que, con predominio del sistema parasimpático, debería activarse.

El cansancio, por lo tanto, si la causa del estrés ha desaparecido, se disipa muy lentamente, dejando sus secuelas de desgaste. Hay, sin embargo, otro tipo de cansancio:
 
EL CANSANCIO VAGOTÓNICO. 

La mayoría tenemos la experiencia de este otro cansancio que se suele vivir como bueno y sano. Es el que aparece, por ejemplo, después de una larga marcha sin estrés, o de cualquier esfuerzo físico prolongado hecho voluntariamente. Es un estado muy diferente. La mayor oxigenación, la utilización y eliminación de residuos acumulados en el organismo por la tensión y el cambio de polaridad de la balanza del sistema nervioso neuro-vegetativo han operado el milagro. Entonces el sueño cambia, se vuelve reparador y al levantarnos tenemos una sensación de bienestar y descanso. 

Es un cansancio que no tiene historia mientras sepamos y podamos escuchar el ritmo de nuestro cuerpo sin intentar forzarlo. Aprendamos de las liebres, en cuanto al agotamiento por estrés. Recuperemos nuestro instinto y no vayamos a descansar con el cuerpo en alarma lleno de las hormonas del estrés sin metabolizar. Démonos una fase de descarga, aunque sí... cuesta, cuesta!!. Pero es así como descansaremos luego verdaderamente. 

QUÉ PODEMOS HACER?

Preventivamente, hay algunos sistemas para desactivar la escalada del mecanismo de estrés, si nos podemos dar cuenta de su inicio. Uno de ellos es salivar (buscar la salivación relajando el interior de la boca). Y/o respirar profunda y pausadamente intentando sentir el movimiento de la respiración en el interior del vientre.

No obstante, si nos damos cuenta de que ya estamos cargad@s de tensión, podemos recurrir simplemente al ejercicio físico. Esto nos ayudará a descargar, al menos en parte, este sistema. Correr, bailar, saltar en cama elástica etc... cualquier ejercicio factible a nuestro alcance.

Si conocemos ejercicios de estiramiento será una buena ayuda para soltar la tensión acumulada en el cuerpo, activar la circulación, la eliminación y desbloquear el sistema nervioso. Un punto importante también para ayudar a una buena eliminación, es beber mucha agua. 

Si el estrés ha sido mayormente emocional, esta descarga, para ser eficaz, debe implicar también la expresión emocional del cuerpo. Puede servir: gritar (en el coche con las ventanas cerradas nadie te oye), llorar, patear, pegar, sacudir brazos y manos... Estas soluciones sirven para un momento o una situación concreta, no son la panacea. Pero pueden ser de mucha utilidad si les damos un sentido más profundo. Si además de ayudarnos a descargar tensión, a encontrar un mejor reposo para restaurar nuestro sistema, las utilizamos para tener un mejor conocimiento de nuestro funcionamiento. Por ejemplo: de la manera en que acumulamos tensión en nuestro cuerpo o de los sentimientos que quedan inhibidos y no podemos expresar. Y ello, quizás, nos encamine a buscar ayuda terapéutica si descubrimos que el conflicto que nos mantiene en estrés es difícilmente solucionable y localizable. 

Sin embargo, mientras iniciamos un proceso que nos lleve a vivir con menor estrés, el sistema de la liebre siempre nos ayudará a encontrarnos mejor y gestionar de una manera más adecuada nuestro sistema.