Primera entrevista
En todos los seres humanos, la percepción está condicionada por cómo estamos o nos sentimos. Por tanto tener conciencia de cómo estamos en el momento de recibir a un paciente, nos permite corregir nuestra primera impresión y ponerla en remojo.
La primera entrevista sirve para conocer a quien vas a tratar y q esa persona te conozca. Si se gustan, si hay empatía, se puede trabajar; en realidad se puede trabajar sin q te guste, pero entonces no pasa nada, puesto q la relación terapéutica ni siquiera se instaura, no hay comunicación y por tanto no pasa nada.
En esa primera entrevista intentamos saber porqué acude a nosotras y cual es su petición concreta. Nos sirve para saber si podemos y queremos ayudarla.
Si deciden q quieren ayudar, se sigue el protocolo q tienen en lo de Linda: lectura corporal, ver las tensiones musculares de pie, acostada, etc
Pueden explicarles lo q ven de la lectura pero en mi experiencia lo q el paciente pide es entender lo q vemos y cómo pensamos q podemos ayudarle. Así q a veces explico pero otras, no. Tb es frecuente q la gente llegue con un diagnóstico y lo q hago es decirles si confirmo o no ese diagnóstico o si voy a trabajar obviándolo o siguiendo lo q trae de otra consulta.
Si siguen los escritos de Linda les lleva de la mano sobre lo q tienen q hacer.
Veamos qué pasa con el terapeuta:
Nos han enseñado a “diagnosticar” a la primera vista para saber de qué va la gente. No siempre es bueno y diría q en el caso del despacho no es lo mejor. Creemos q “diagnosticar” nos permitirá “ser buenas” en el trabajo pero puede convertirse en un inconveniente.
Los prejuicios y paradigmas propios ayudan a juzgar y etiquetar a las personas en grupos o nombres q nos permiten colocarlos en un lugar del q puedo mover o dejarlos fijos para siempre. Hacerlo en la calle está bien pero en la consulta es un suicidio.
Juzgamos desde q oímos la voz en el contestador, el tono, las palabras, el volumen…
Juzgamos cuando vemos al paciente por primera vez: olor, colores, formas, aspecto, expresión…
Juzgamos cundo escuchamos su historia: qué pena, qué horror, qué idiotez, qué X
Juzgamos cuando se desprende de la ropa y del lenguaje y se muestra desnudo/a: piel, olor, formas, líneas
Con todos estos juicios es imposible ser objetiva; sólo se puede ser honrada: veamos qué me condiciona y a qué me obliga para intentar controlarlo.
La vida cotidiana borra el cuerpo y sus manifestaciones (palabras de Le Breton) sólo el dolor, las molestias o la incapacidad de su función lo hace relevante, audible, visible. Por tanto el doliente llega con un síntoma q pone en evidencia un cuerpo invisible y seguramente su petición es q siga siendo así. Pero el c. del terapeuta tb desaparece; por tanto pretender trabajar el c. sin c. es una ironía, cuando no una estafa.
Escuchamos al paciente: qué le pasa, cuál cree q es el origen de ello, qué o quién tiene relación y tb los silencios o negaciones, las contradicciones en su discurso; lo q dice, cómo lo dice, la expresión de la cara y del c; a veces se puede ver ya sentados en la silla, mientras habla, algunas desviaciones q si luego lo confirmamos nos permiten saber por donde van los tiros.
Yo creo q en esta primera entrevista nos cuenta la clave pero no como tal, sino como un enigma q hay q descifrar, pero si te equivocas, yerras toda la terapia o el enfoque de la misma; por tanto lo ideal es plantearse un problema con muchas soluciones q aparecerán a lo largo del trabajo y el tiempo q dure la relación. No hay una solución, como no hay una enfermedad sólo ni una personalidad única: Hay un conglomerado de cosas q hay q ordenar, re-nombrar, re-vivir, re-utilizar… No puede hacerse del trancazo. Es importante avisar de lo lento de este trabajo
Darle tiempo a la persona, le quita angustia, ansiedad e impaciencia; lo sitúa de otro modo. Si tiene prisa, puede buscar en otro lado.
Cuando hacemos la lectura y, en general para trabajar, debemos cuidar la expresión de la cara, del cuerpo y la mirada.
Con la mirada, penetramos, desnudamos, insultamos o acariciamos, juzgamos de nuevo. Hay q ser misericordiosos y humildes, dignos y acogedores, tiernos y sabios, respetuosos. Las mujeres sabemos bien de miradas, sobre todo cuando son lujuriosas: la sientes pero no puedes demostrar nada. Con la mirada pasa igual, se juzga y el q es mirado/a tb sabe qué tipo de mirada es. Sólo q tendemos a no darnos cuenta, es más de lo mismo.
Con la mirada acechamos las emociones, los movimientos, los colores del c del otro, nos convertimos en depredadores en busca de su presa, q es el diagnóstico, le pasa esto y tengo q hacer aquello. Y mientras estamos juzgando aparentamos escuchar atentamente lo q cuenta, pero podemos estar elucubrando con toda la información sensitiva q hemos captado y no poder repetir nada de lo q nos ha dicho. Otra falta de respeto.
La mirada se puede convertir en un apoyo, en una ayuda q se le brinda para hablar, compartir. Puede ser un contacto con la otra persona, cálido, acogedor, familiar, q da seguridad, lo q facilita la confidencia.
El olfato: Los olores nos llevan a una intimidad difícilmente compartida; en la sociedad están permitidos unos y otros olores no, por tanto para agradar sabemos cómo tenemos q oler. Si el olor del paciente no se ajusta a nuestros gustos, podemos arrugar la nariz o hacer un gesto de desprecio o disgusto, lo q de nuevo es un juicio, pero sobre todo el paciente se sabe juzgado y puede cambiar todo su discurso y sensación.
Trabajar con cuerpos físicos supone entrar en contacto con olores no siempre agradables y cuando se tiene un olfato bueno puede ser un inconveniente, es bueno entonces hacer algo: Yo propongo q se pasen las toallitas por los pies o para quitarse el sudor, a veces en los adolescentes, si no tienen quien les diga q se duchen, el olor es tan fuerte q se hace difícil trabajar pero tb si alguien llega directamente del trabajo, trae olores q no le gustan, tb les ofrezco las toallitas. Cuando vienen con perfume fuerte o desodorante escandaloso, les pido q no lo traigan pq me impide trabajar. A los fumadores les pido q masquen un chicle. Nadie me ha pegado por ser tan franca.
Si el olor nos afecta, debemos cuidar nuestro olor corporal para trabajar de manera más neutra posible. Así q. cuido mis olores, no me perfumo y si lo he hecho ha sido q el perfume se ha impregnado a mi pesar, pq el perfume u olor q exhiban ante el paciente, tb lo condiciona, por tanto intenten buscar un olor neutro para el trabajo. A veces el mismo olor corporal, natural es un estímulo, así q quien tenga un olor fuerte, tendrá q disimularlo con desodorante o colonia, suaves. Aquí se van a encontrar con q descubrirán lo q supone para ustedes, el olor corporal q buscan exhibir ante los otros y/o el rechazo al olor natural q exhalan.
Hay q tocar con el mismo respeto q te gusta q te toquen, hay q respetar los límites del pudor, q para cada persona es diferente, hay q pedir permiso si la persona no está acostumbrada a ser tocada, piensen q están casi desnudos y por tanto la vulnerabilidad es superior a lo normal.
Que tu toque sea el justo y preciso, nunca innecesario o sobrado o actuado; cada persona tiene su manera de tocar y percibir pero hay q descubrirse las propias perversiones del tacto para no usarlas con los pacientes. Delimitar los espacios en los q usamos nuestros sentidos para tener muy claros los fines para los q los usamos, es la base de la honradez, consigo misma y con los demás.
El dolor o molestia “saca” o expulsa de la vida cotidiana, del espacio conocido y seguro. Rompe con el ritual q hace insensible al c, pero a la vez lo asegura. La petición de quitar el dolor es devolver a la cotidianeidad o rutina en la q aparentemente, no pasa nada.
Ojo, si en la consulta se llega a esa rutina, ambos personajes están enajenados, sin c. o sin relación corporal.
La petición de quitar el dolor tb puede ser “borrar” al c. para seguir siendo un ente social q tiene un c q no da señales ni siente; para q siga el orden q le imponemos. Descifrar la relación del paciente con su c. nos da una información valiosísima con la q trabajar. Sin embargo el peligro es q esa comodidad de vivir sin c. conocida, puede tentarnos a pensar q es bienestar, la felicidad.
En definitiva, si buscamos la clave del paciente para trabajar, tenemos q darle las claves de nuestro trabajo en forma de propuesta, sin enigmas, bastante tiene con descifrar el suyo; esta clave puede ser el afecto, el respeto, el ritmo sereno, el acogimiento, el trabajo, en fin, el paciente no puede tener dudas de lo q va a hacer con nosotros, otra cosa es q entienda de qué va la diafreo, q es más complicado de explicar; por tanto nuestro plan de trabajo debemos explicárselo pq es parte del contrato q se firma en esta primera entrevista. Contrato q es tácito, no hablado ni escrito, pero q se deriva fácilmente de lo hablado entre las dos personas.
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