DIAGNÓSTICOS, ETIQUETAS, TÍTULOS Y MEDALLAS
LUZ CASASNOVAS
Cuando el paciente busca y no encuentra, tiende a preguntar a aquellos q piensa q saben más q él; por ejemplo al terapeuta. Si éste se siente inspirado y le contesta lo q ve, nunca será objetivo, siempre será una respuesta subjetiva del observador q dependerá de su estado de ánimo, de su relación con el paciente, de su historia pasada, de su cansancio o humor del día; por tanto su información o respuesta están tan sesgadas q no sé si es útil para el q la escucha ni si responde a lo q preguntó; pero sí sé q le impone una medalla, un título honorífico q el paciente se prenderá al pecho y creerá q se merece.
Aunq sea un diagnóstico acertado: Vd. tiene…, dicho sólo con la finalidad de conocer más, se convierte en una etiqueta q el paciente lleva pegada a su historia. A partir de ahí y dependiendo de la categoría q le dé al terapeuta, de lo q cobre y la fama social q tenga, esa etiqueta de irá haciendo más grande u ocupando lugares privilegiados, velando o tapando otras temas.
Si por desgracia ocurre q el diagnóstico o etiqueta coincide con la titulación q desde la infancia le fueron colocando sucesivamente, mamá, papá, los profes o amigos, el paciente q ya la llevaba prendida, la cambia por una de oro y se la coloca en primera línea para verla continuamente: claro, soy así…, esa calificación refuerza y justifica, otras muchas cosas.
Resulta difícil, cuando tienes el cuerpo atravesado por alfileres q sostienen las medallas y títulos q ocultan la maravilla verdadera q hay debajo, atreverse a levantar cada una, analizar lo q significa y ha significado, contactar con todos los sentimientos q te provocó y re-descubrir lo ocultado tanto tiempo.
Rescatar la verdadera esencia es una tarea digna de un viaje de aventura por la selva, o una travesía en solitario del océano o un vuelo sin motor atravesando el aire; es ardua y difícil y merece todas las medallas, todos los títulos honoríficos y las mejores calificaciones.
A medida q se aprende a valorar el esfuerzo, a mirar la belleza e individualidad personal, se hace más fácil quererse, respetarse y valorarse. Estos sentimientos también permiten enfrentarse a todos los títulos, etiquetas y diagnósticos q llevaste prendido en la piel, como si formara parte de sí mismo. Sustituirlo por otros o simplemente quitarlos y lucir la piel desnuda y brillante, en toda su belleza, ya es una forma de salud.
Para mí la terapia tiene q conllevar un respeto supino por el no enjuiciamiento del personaje, ni siquiera cuando intentamos hacerlo en nombre de la compasión, por su bien o para ayudarle.
Dejar al paciente atreverse a caminar, solo, sin nuestra ayuda, para q averigüe lo q realmente quiere y le pasa, es la mejor herramienta de salud para él y para la humildad del terapeuta.
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