Espacio
interno.-
Durante la época en la que yo trabajaba sobre los tres estados de conciencia: físico (cuerpo),
sutil (sentido cinestésico y energía) y emocional, surgía, a veces de forma
espontánea, en ciertas personas, la experiencia, tal vez no plenamente
consciente, de un estado de conciencia
especial desde el que surgían certezas, frases e imágenes reveladoras
que no habían pasado el proceso habitual, mental o de memoria.
Estas experiencias que eran, la
mayor parte de las veces, profundamente transformadoras tanto al nivel
fisiológico como psíquico resultaban
misteriosas y eran la guinda del
pastel, fruto del trabajo corporal, emocional y energético que algún/a que
otr@ afortunad@ experimentaba.
Yo llamaba estas experiencias, la
llave misteriosa, (¡aún ahora!) puesto
que resultaba imposible provocarlas
desde la voluntad.
La experimentación, las vivencias de much@s pacientes, la propia
experiencia; también la investigación y experimentación de las informaciones
provenientes de diferentes fuentes, me llevaron a buscar, experimentar y
consolidar una vía de acceso a estos “espacios internos”. Una vía que no
fuera accidental ni necesitara estar ligada a religión alguna o creencia
sobrenatural.
Puesto que ocurría, este cuarto
estado de conciencia debía ser algo natural del ser, aunque habitualmente estuviera enmascarado por los
otros tres.
Mucho más tarde, releyendo a D. Chopra me di
cuenta de que ya Maharishi,
maestro hindú fundador de la
Meditación Trascendental, afirmaba que la mente
desea encontrar este cuarto estado
de conciencia y que si
la dejamos ir
hacia su inclinación natural,
lo buscará. Solo hay
que encontrar el
“soporte” que permita a la mente
tomar el camino.
Hoy en día
la física describe el espacio
sub-atómico como potencialidad
pura, que se manifestará según la
conciencia del/de la
observador/a.
Por lo tanto, el acceso a este
espacio no tenía porqué ser el
colofón de una evolución, ni la capacidad
de unos pocos, sino que podía resultar muy importante
buscar su conexión y utilización, en el proceso personal o
terapéutico desde un principio. Aunque al inicio solamente se pudiera
conseguir una muy breve
experiencia, o, simplemente, un
atisbo de ella.
Pero sería esta pequeña experiencia, LA
EXPERIENCIA DE SU
POSIBILIDAD, que nos permitiría abordar el proceso de reestructuración
del Yo desde la conexión
con esta parte del ser, la más
básica y regeneradora.
Era importante también buscar un
vehículo, un camino para
esta conexión, vía
corporal que no
fuera el saltar toda sensación física, como se
suele proponer en diversas
técnicas de meditación. Porque esta
desconexión de las
sensaciones físicas y emocionales
puede resultar muy desestructurante para
las persona con problemas de estructuración interna.
Así ha sido. Y lo que fue, durante tiempo, algo parecido a un premio final al que algun@s
llegaban, ha ido convirtiéndose en una parte esencial de nuestro trabajo. En la
medida en que el espacio interno ha sido nombrado, propuesto, buscado, vislumbrado;
en la
medida en que
se ha ido
trazando el recorrido sin
fragmentación: desde el cuerpo,
la energía, la aceptación
del sentimiento, ha ido mostrando
su importancia, perfilándose cada vez
con más nitidez como un espacio origen de transmutación.
El espacio interno
no es algo abstracto o imaginado. Es una EXPERIENCIA REAL, una capacidad,
una dimensión de nuestro ser que nos suele ser ajena a pesar de estar presente
en tod@s nosotr@s.
En nuestra cultura cada vez más
volcada hacia el bienestar exterior, no
suele ser común que nadie ni ninguna enseñanza nos ayude a conectar ni escuchar este espacio. Nuestro cerebro ha
sido ejercitado y
programado para percibir solamente uno
o dos niveles
de conciencia en detrimento del inmenso abanico de sus posibilidades. Algo así como un receptor de
radio programado para recibir solamente un
par de frecuencias.
Sin embargo, la capacidad para
conectar con los niveles
sutiles y el
espacio interno no es un
don de algun@s
elegid@s; es universal y una
capacidad que tod@s
poseemos.
Se trata de una incursión en una
región de nuestra propia conciencia, a un espacio donde el pensamiento, tal
como lo conocemos habitualmente, no tiene vigencia. Podemos asimilarlo
al punto neutro de la física, el punto donde está contenida toda la
información de un sistema.
Es, por lo tanto, el núcleo DE DONDE SURGE TODA TRANSFORMACIÓN y todo cambio
regenerador. Porque esta conexión se abre hacia el esquema
oculto de la Inteligencia de lo
vivo.
Lo natural
debería ser que esta conexión, este proceso, tuviera lugar espontáneamente
y estas informaciones circularan libremente por
todo nuestro ser.
No suele ser así. La formación de nuestra conciencia
racional ha potenciado especialmente la
funciones del hemisferio
izquierdo y nos ha habituado a centrar nuestra atención
en una determinada frecuencia
rechazando todas aquellas percepciones que
no tuvieran su
explicación racional.
En Diafreo constatamos que, acallar los
mensajes de estos otros niveles
de conciencia, ha sido posible mediante
los bloqueos de nuestro
cuerpo. Hemos bloqueado nuestro
cuerpo para no recibir las informaciones
que provenían desde nuestro
ser más profundo; y, estos mismos
bloqueos, a su vez, han disminuido
nuestra capacidad de
respuesta.
Nuestro sutil sistema
de comunicación (sistema nervioso, neuropéptidos..), queda distorsionado
mediante estos bloqueos, condicionando
las percepciones que tenemos
de nosotr@s mism@s, de nuestro
entorno, de los campos sutiles, para adaptarlas al
sistema de valores
en el que
nos hemos entrenado.
Porque, siendo nuestro
cuerpo nuestra herramienta más directa,
podemos utilizarlo tanto para la transmisión de
información como para
su bloqueo o distorsión. Y, puesto que hemos tenido que acomodarnos a
las exigencias del entorno, hemos aprendido a utilizarlo más como barrera que como
canal.
Aprender a observar, a sentir, permitirnos de
nuevo vivir en nuestro cuerpo, sin
cerrar la puerta
a sus mensajes
y memorias, soltar resistencias y
obstáculos, nos dará de nuevo la posibilidad de
reencontrar la misteriosa llave
que nos conecta con NUESTRA PROPIA INFORMACIÓN.
Esta es la vivencia del 4º estado de conciencia. Aprendiendo a
acceder a él atravesando los sucesivos
planos de conciencia, nos permitirá vivir la EXPERIENCIA
DE LA UNIDAD.
Será esta experiencia, aunque solamente fuera un vislumbre de
ella, un atisbo de
que puede ser
posible, la gran oportunidad para
reencontrarnos con
nuestro “punto cero” a partir del
cual iniciar un proceso de
transformación.
Este Espacio Interno que intentamos conectar en
Diafreo no es algo nuevo ni desconocido.
Es el espacio que se busca en la
meditación; es el punto neutro del que habla la física como el que contiene toda la información de un
sistema; es el lugar donde se
produce el salto cuántico de la mente a
la materia, esta región cuántica, que en palabras de Deepack Chopra, sabe como
organizar la materia, la inteligencia celular, la mente y la forma.
Existe una Inteligencia, que más
allá de nuestra conciencia
y nuestra voluntad
nos da y
mantiene en vida.
Si pensamos que
nuestro corazón bombea 7 ½ l de sangre
por min. 678 l por hora. Que
late 100.000 veces al día; que
digerimos la comida, la
organizamos en lo absorbible, lo desechable; que perdemos
10 millones de células en un segundo y
producimos 10 millones más
en el
segundo siguiente; que en los10 billones
de células de
nuestro cuerpo se producen
en cada una
de ellas 100.000 reacciones químicas
por segundo. Si observamos también las enzimas
activas en el ADN
de nuestras células comprobamos que hay 3200 millones
de ácidos nucleicos en
los genes de una
sola célula.
Si pensamos que esta Inteligencia envía proteínas a lo largo de los
ácidos nucleicos y corrige las
mutaciones para que no
nos descompongamos. Que manda plaquetas
para evitar las
hemorragia, que mantiene un
orden, sin que
tengamos que pensar
en ella… podemos
hacernos concientes de la existencia de una Inteligencia organizadora
que trasciende nuestra voluntad y
nuestra mente habitual.
¿Cómo contactar con ella? ¿Cómo liberarla? ¿Cómo no
entorpecer su funcionamiento perfecto? ¿Cómo encontrar
los caminos que
nos llevan a esta fuente
constante de renovación
y de vida?
Al ser generador de experiencias, el trabajo de
Diafreo abre nuestro
ser a nuevas
informaciones, que
no son las
habituales. Aparecen cuando prestamos atención e
intención a nuestro
cuerpo, a nuestra
energía, a nuestras
emociones para, finalmente,
quedarnos en silencio, en simple
vivencia, en el
Espacio Interno.
En Diafreo potenciamos la experiencia. UNA INFORMACIÓN
SE INTEGRA CUANDO SE CONVIERTE
EN EXPERIENCIA. Así se crean
nuevos circuitos y será mediante
estos nuevos circuitos que
se irá abriendo la posibilidad de conexión hacia
las capas más
profundas de la conciencia.
Es un proceso
que necesita su
tiempo pues para que
el cambio deseado sea real, estas
informaciones deben transformarse una y otra vez en experiencia.
Diafreo y meditación.-
Parece evidente que este Espacio Interno
que buscamos desde la Diafreo sea el
mismo espacio que se busca con la meditación.
Este proceso que proponemos, de
cierta contemplación, de dejar fluir sin juicio, sin apremio, sin que tenga que
ser nada en particular más que lo que es, tiene puntos de contacto con la
meditación.
En muchas técnicas meditativas, precisamente, se busca la inmersión en estos espacios
de no juicio, de observación, y
de simplemente ser.
Muy posiblemente sea así, sin embargo en
Diafreo hay una cualidad que lo hace diferente, que hace
que esta experiencia se
viva de forma sutilmente distinta. Me he hecho muchas preguntas al
respecto. La respuesta está muy probablemente en el camino
utilizado para buscarlo.
Utilizando el trabajo corporal y
emocional abrimos una senda que evita
el salto cualitativo que debe
hacerse para acallar el cuerpo, las emociones y la mente mediante la meditación. El salto para dejar a
un lado la conciencia
corporal para poder
evitar sus bloqueos
que impiden el
acceso a este espacio
buscado.
Contrariamente,
desde el trabajo corporal, en Diafreo,
buscamos abrir las vías a través de
los cuatro estados
de conciencia para vivir este espacio
como algo natural e integrarlo como
una parte más de
nuestro ser, sin negar ni
obviar estos otros
niveles de conciencia. Ello permite
incorporar la conexión a nuestro espacio interno más fácilmente en la realidad de la vida
cotidiana.
La Diafreo facilita e induce estos procesos Ya que al
ayudar a abrir y reincorporar las zonas cerradas y olvidadas reincorpora el espacio
interno a nuestra capacidad de percepción más habitual.
Al trabajar un camino
físico y tangible para
llegar a la percepción de este espacio interno, hace más
viable el camino de la reestructuración.
Ya Bahagwan Rajneesh, más tarde
llamado Osho, buscó esta vía, aunque la
buscó mediante la catarsis emocional
que, a mi manera de ver, es más
bien desestructurante del “Yo” y que por lo tanto evitamos en Diafreo.
El conocimiento que tenemos de
nosotr@s está basado en el pensamiento, el sentimiento, la información
que proviene del
exterior. No suele ser
habitual que se nos haya
enseñado a ir a escuchar nuestro interior, mas bien
ha sido al contrario. Para abrirnos de nuevo a
estas informaciones, para reconectar
este espacio interno, habrá que deshacer los
nudos físicos y emocionales
que obstaculizan el camino y
distorsionan su mensaje. Las
experiencias deberán atravesar la
“aduana” del sistema límbico
que tiñe toda
información de emocional y, en consecuencia le da
paso, o no.
A diferencia de la
meditación, en Diafreo intentamos
hacer consciente el nivel
emocional. Para abrir el
camino buscado deberá haber un
proceso en este sentido: descubrir, reconocer, aceptar y
encontrar la buena
manera de expresar
nuestras emociones.
Juntos, el trabajo físico, el emocional y
el energético permitirán cada
vez más el
libre fluir de la
Energía de Vida. Para, finalmente, encontrarnos en el Espacio Interno, que está
en cada una
de nuestras células, y poder experimentar este “simplemente
dejar que se haga”.
Y también permitir que aparezcan
estos mensajes o
estas imágenes, muchas veces
sorprendentes que, lo encontremos
o no, siempre tienen
un significado profundo
para nosotros/as
En meditación se habla del Vacío. Una
palabra que a
veces infunde temor; no obstante cuando se aprende a atravesar las
barreras una a una, este vacío
resulta ser un espacio de luz y de paz.
Un campo rico en información que, si puede aceptarse, tiene una poderosa influencia sobre nosotr@s.
Nuestra ambición en Diafreo, es que
la conexión con el Espacio
Interno nos decida a confiar
en la Inteligencia
de Vida que nos
crea constantemente. Es
desde esta vivencia
que podremos encontrar
la seguridad que nos permita abandonar la vieja
forma de pensar
y sentir, que está
ligada al entorno y a viejas
experiencias.
Una historia:
S. llevaba ya un tiempo participando de un grupo y recibiendo alguna sesión individual. Muchas
cosas habían cambiado, sin embargo no había
podido alejar de
ella la sensación de que, en el fondo,
había algo en ella que no tenía remedio; algo que la empujaba a caer con cierta
facilidad en las mismas formas de actuar, encontrándose de nuevo con los mismos
sentimientos de vacío, falta de
autoestima y que la retornaba
a los mismos síntomas físicos.
Era la época en la que yo estaba
dándome cuenta de la importancia
de llegar al Espacio Interno y empezaba
a reconocer los caminos que facilitaban
el acceso de la conciencia
hacia este estado.
Mi propuesta fue, por lo tanto, utilizar
las vías que abríamos mediante la Diafreo, físicas, emocionales y
energéticas para ir buscando, poco a
poco este 4º estado
de conciencia.
Pero S. se bloqueaba, se distraía y
yo nunca sabía exactamente si lo había intentado, o no.
Hasta que un día, llorando, me dijo:
.-¡No puedo ir allí!... ¡porque allí
no hay nada!, ¡no hay nada! Yo
no soy más
que eso que se
ve ¡una
fachada! ¡Voy a encontrarme con un desierto!.
¡No hay nada! Enfrentarse a esta sensación le producía terror. Para
ella significaba desmontar su imagen para encontrarse con la nada.
La sensación de vacío de la que S. hablaba no es la
misma que describe el budismo como “vacío o vacuidad”.
Éste, era un vacío que todavía tiene
que ver con el psiquismo, con la
vida emocional, cuando no ha habido ocasión de estructurar el “yo”. Cuando un@
ha tenido que organizar su personalidad
pendiente de las fuertes presiones
del exterior. Bien sean de exigencia
o de miedo. Sin recibir ayuda para explorar quien era.
Por su posición social, S. había sido educada para ser un bello escaparate.
Era guapa, elegante, culta. Y su imagen transmitía una cierta frialdad, un cierto distanciamiento.
Había tenido que renunciar muy
pronto a buscar quien era ella debido a
la exigencia de su entorno. Y el hecho de que ella lograra en cierta manera ser lo que el entorno le pedía cerró
definitivamente la posibilidad de buscarse más adentro. Era lo que se esperaba
de ella, era alabada por ello, por lo
tanto no había más que buscar.
Sin embargo no siempre se sentía bien. Su vida, sus relaciones, no funcionaban como ella
hubiera querido.
Las personas con la estructura de
carácter que los reichianos
llaman carácter narcisista, están
centradas en la imagen que proyectan
al exterior. Esto implica, en mayor o menor grado, una falta de
estructuración interna, de la personalidad. La
recepción de información
está especialmente sensibilizada para captar la que llega del entorno. No se desarrollan las propias
potencialidades, lo que un@ es, sino que
hay que responder a un modelo
impuesto desde fuera.
La persona acaba identificándose con
esta parte más o menos lograda. Pero en
algún lugar escondido, subsiste un gran sentimiento de vacío, con un sentimiento de falsedad por lo que está oculto detrás de lo que esta
falsa apariencia muestra.
No encontrar nada construido más allá de su
espacio consciente paralizaba a S. Y fue gracias a la buena
transferencia establecida que
pudo confiar en mis afirmaciones y
decidirse a ir a explorar.
Para ella, descubrir que detrás de esta apariencia que había tenido que fabricar, detrás de la
negación de muchos de sus sentimientos,
detrás de esta sensación de vacío, tenía ella,
como tod@s, en vez del
desierto temido, su espacio de luz, de paz y de información, fue
importantísimo. Fue el inicio del
encuentro con su autoestima, sus
certezas internas, su autonomía…
Allí estaba su Espacio Interno
porque, aunque este espacio se hubiera
quedado sin aperturas hacia el resto
de su estructura, sin
aperturas hacia el exterior, NO PODÍA
DESAPARECER YA QUE ERA UNA PARTE DE SU SER.
Lo que hacía falta era vivir la experiencia de su existencia, establecer cada
vez más conexiones y permitir que esta información fuera tiñendo poco a poco las demás capas de la personalidad.
Un día, después de haber
leído a Lowen, me preguntó si yo pensaba que su carácter era narcisista. Nunca
habíamos hablado de ello. No me
gusta clasificar. Pero este día pude
responderle con placer:
.-¡Ex!
La capa emocional de inadecuación forma una
gran muralla y es un gran
obstáculo para llegar al Espacio Interno porque está fijada y mantenida por todo nuestro
sistema de tensiones, que, a su vez, son
mantenidas por los circuitos de estrés
interno sin resolver.
La capa donde está lo que solemos llamar “negativo” está formada
por sentimientos y expresiones que
vivimos como perjudiciales por haber sido los prohibidos. Aquellos que
no se han aceptado de nosotr@s y que
hemos cubierto, bloqueado,
reprimido y que ahora no podemos aceptar por su
discrepancia con la imagen
creada. Sin embargo las memorias, sentimientos y
emociones que forman esta barrera, aquellos que
llamamos negativos, como pueda
ser la ira, el miedo, el dolor, la fragilidad (incluso para
algun@s también la
ternura vivida como debilidad) tienen siempre su sentido, sus causas y su razón de ser. Cuanta mayor
haya sido la necesidad
de crear una imagen, cuanta
mayor sea la
zona del ser negada, más difícil será
aceptar ver y expresar todo
el contenido de esta barrera.
Por eso, cuando se dirige la mirada hacia el interior y la mirada se encuentra con esta capa de sentimientos bloqueados como
negativos, la lógica tendencia es volver rápidamente atrás y mirar hacia
el exterior, hacia lo conocido para continuar buscando desde allí qué es lo que hay que ser o quien
puede aportar las soluciones
que se necesitan. Pero así
las informaciones siempre
quedarán de forma intelectual. Pues nadie nos ha enseñado que detrás de esta muralla
está siempre, a nuestro alcance, el espacio luminoso de paz e información, este
punto neutro, esta Inteligencia, que nos
permitiría restablecer nuestro sistema.
Es la experiencia lo que permite creer y transformarnos. LA
EXPERIENCIA NO NECESITA LA FE, pero debe
ser repetida para que un@ pueda asumir que es real, para que
pueda pasar de
la memoria explícita
a la memoria
implícita (que implica el
cuerpo).
El papel del/de la terapeuta es ser el/la aliad@ de esta
parte luminosa y no el/la perseguidor/a de la negrura.
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